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jueves, mayo 20, 2004

La Boda del Siglo... la boda del siglo XVI 



Lo más interesante que va a dejarnos esta boda es que por fin se ha abierto un debate sobre la monarquía en España. Un debate que tiene como escenario principal los foros de internet y del que se hacen eco numerosos medios internacionales.

Por una vez, la red parece más cercana a la realidad que los medios tradicionales, quienes se empeñan (salvo la excepción de El Mundo) en machacar con insistenzia las bondades de los futuros contrayentes.

Una pocas voces se han alzado en contra -Jaime Peñafiel y Paloma Barrientos son algunos de los periodistas que se han desmarcado de la línea oficial- aunque casi siempre utilizan argumentos carcas que centran sus ataques en la condición de divorciada de la nueva alteza.

La boda del Príncipe ha abierto la caja de los vientos. La Casa Real, que ha hecho de la discreción y la mordaza su mejor arma, se ha situado en el punto de mira de la ciudadanía y cada vez son más los que se opinan que una república sería realmente mucho más democrática que la supuesta modernización de la monarquía borbónica.

El esfuerzo comunicativo de años se ha venido abajo. Con la aparición de Letizia en el ruedo han resurgido viejas cuestiones como las amistades del Rey (Ruíz-Mateos, de la Rosa, Conde, Alcocer, Prado Colón de Carvajal... le quedará a este hombre algún amigo que no esté entre rejas?), el origen de la fortuna real, la relación de los monarcas con los oscuros círculos de poder y se ha potenciado la lectura de libros que ponen los pelos de punta al más monárquico.

En resumen, una simple boda ha causado más revuelo que 30 años de monarquía postfranquista.

El relevo generacional no será nada fácil en Zarzuela, el Príncipe aun no ha entendido que su futuro pueblo también ha crecido y se ha hecho adulto. Y lo más importante: que lo que peor tolera es que le mientan (falsos lutos, viajecitos a las Bahamas, currículums retocados...)

Las causas: una persona que no tiene la menor idea de donde se ha metido y un niñato pijo que todavía no ha percibido que el cristal que le rodea, aunque es duro, se rompe.

jueves, mayo 13, 2004

El Meublé 



Aunque el mundo está muy malito, conviene no dejar de lado las cosas frívolas, que son las que terminan por hacerle a una la vida más soportable. Hace poco visité por primera vez un meublé.

Mi amante y yo deseábamos con impaciencia una cama. Llevábamos algún tiempo viéndonos, pero nunca habíamos coincidido entre sábanas, así que decidimos buscar un lecho por horas en un meublé.

Nada más entrar en el edificio, nos atendió un señor muy amable que nos encerró (literalmente) en una micro sala donde nadie pudiera vernos. Nos explicó el funcionamiento de la casa y las tarifas (33 euros por tres horas).

Aceptamos y nos condujo a una habitación del primer piso. Él iba delante, privándonos de ser los primeros en cruzar una puerta o doblar una esquina para salvaguardar nuestra intimidad y la del resto de huéspedes.

Una vez en la habitación (muy limpia) nos pidió lo convenido y cuando le dijimos que sólo teníamos tarjeta nos miró con cara de pardillos. La VISA escapa al principio de discreción reinante en este tipo de establecimientos.

Pagamos, nos devoramos, nos duchamos (también llamé a una amiga porque me hacía mucha gracia la situación y quería compartirlo con ella) y al cabo de tres horas regresó nuestro guía para llevarnos a una discreta salida de detrás del edificio.

Un meublé se parece bastante a un hotel corriente, pero el halo de misterio y el gozo del pecado se disfrutan más cuando el escenario y los actores acompañan.

Regreso a casa 


Tras una larga Semana Santa en Brasil, regreso de nuevo a casa.

Brasil está peor que en mi última visita hace dos años. Rio se ha convertido en una ciudad altamente peligrosa donde cada fin de semana se registran una media de 50 muertes por causa voilenta.

La clase media prosigue su lento declive hacia la pobreza sin horizontes, mientras los ricos continúan fortificando sus pertenencias para aislarse de realidad que les rodea.

Los problemas de Brasil no son de hoy, ni tienen solución para mañana.

Esta semana entrará en Rio el ejército, hecho que evidencia aun más si cabe la situación de guerra civil encubierta entre la ciudad del asfalto y la ciudad de fango y chabola de las favelas.

Lula ha recibido una herencia ruinosa, fruto de siglos de corrupción y malhacer.

Él está cumpliendo con las deudas internacionales, para evitar que se repita un caso como el de Argentina. Aun así, continúa despertando los recelos del gran imperio del norte y sigue sin resolver su principal y más difícil problema: la desigualdad interior que vertebra el país.

Brasil es un huevo de oro roto.

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