martes, diciembre 27, 2005
Tu cumpleaños / Mi cumpleaños
El día que regresé de Matanzas era 29 de noviembre, tú cumplías esa noche 22 años y fui a verte a casa. Antes de que llegase ya había corrido la noticia por toda la calle y me estabas esperando (qué hace una yuma en Centro Habana de noche?). Pensabas que no volvería a llamarte después de estar unos días fuera, te había contado del chico mexicano con el que estaba y tenías dudas respecto a como sería nuestra relación a partir de entonces.
Tu chica estaba fuera, no regresaba hasta el día siguiente. Quedamos en vernos de noche, cuando se acercase la hora de tu cumpleaños. Te regalé una pulsera de plata que me había dado mi madre, quería darte algo mío. Pasamos la noche juntos.
También estuvimos juntos la noche que yo cumplía 23 años. Por la mañana fuimos a comprar marihuana y nos la fumamos en casa de tu tía al atardecer. En casa nos esperaban un montón de personas y el enorme pastel que había encargado. Me contaste que tu chica y tú os habías pegado por la pulsera. Ella se estaba empezando a volver loca de celos y tú y yo ya no podíamos parar. Aun así, seguíamos negando la mayor, me quedaban muy pocos días en la isla y tú sabías que yo no iba a ser tu pan de todos los días. Frenar a tiempo te hubiera evitado muchos problemas.
Por la noche bebimos mucho, estaba el chico mexicano con una medio novia cubana rubia y fresa (léase pija). Te fuiste pronto y ella también. Fui con los mexicanos a un bar y un amigo tuyo me reconoció y me preguntó que qué había pasado contigo. Le dije que me preferías compartida antes de perderme.
Y segimos jugando en la cuerda floja unos días más. No soportabas estar con gente que no fuera la tuya y te ponías a la defensiva con el mínimo comentario. Un día me diste una orden delante de todo el mundo. Recordé que me habías dicho que tenías problemas con tu novia por eso y en aquel momento lo entendí, podías ser muy desagradable. Una vez a solas hablamos de eso, te dije que tu dominio sobre mí empezaba y terminaba entre sábanas y creo que lo entediste, no volvió a suceder, aunque lógicamente para todo mi entorno pasaste a ser poco más que un machista cavernícola: debes ser más selectiva, me decía una, y tú menos cotilla, le respondí yo molesta.
En los días sucesivos yo te hablaba de la generosidad en el amor, de lo importante que es compartir (viva la demagogia, yo no te hubiera compartido con nadie). El último día quería estar contigo. Fuimos todos a casa de una amiga a comer y empezamos a beber ron. El mexicano me dio un beso y tú otro. Nadie entendía nada, recuerdo haber dicho, con mi delicadeza característica, no me miréis así porque sois unos hipócritas, quien de vosotros no querría estar en mi lugar.
Borrachos, nos despedimos de todos y nos fuimos los tres a casa. En mi casa nadie entendía nada, sólo veían una masa formada por tres cuerpos retorciéndose. Nos metimos en la cama. Una vez desnudos me dí cuenta de mi error pero ya era tarde. Os dije que os quería y me dijisteis que eráis mi capricho, la niña española que se va de juerga a Cuba.
Hay cosas que duelen...
El taxi me estaba esperando y ya no había tiempo de hablar de nada. No te cargues tres semanas por tres minutos. Te lo has cargado tu solita, me voy que me espera mi mujer en casa.
Sé que más que compartirme, lo que te había dolido era otra cosa. Tal vez un conjunto de cosas, pero especialmente darte cuenta de tu incipiente bisexualidad. Nunca hemos hablado de esto (con el mexicano tampoco) y llevo tres años disculpándome por haberte liado en ese desafortunado trío. En la carta me dices que te perdone por tu egoísmo, pero que no te gustó compartirme, espero que tengamos algún día la oportunidad de aclararlo...
EL BREVE ESPACIO EN QUE NO ESTAS
Pablo Milanés
Todavía quedan restos de humedad,
sus olores llenan ya mi soledad,
en la cama su silueta
se dibuja cual promesa
de llenar el breve espacio en que no estás.
Todavía yo no sé si volverá,
nadie sabe al día siguiente lo que hará,
rompe todos mis esquemas
no confiesa ni una pena,
no me pide nada a cambio de lo que dá.
Suele ser violenta y tierna
no habla de uniones eternas,
más se entrega cual si hubiera
sólo un día para amar.
No comparte una reunión
más le gusta la canción
que comprometa su pensar.
Todavía no pregunté: te quedarás,
temo mucho a la respuesta de un jamás,
la prefiero compartida
antes de vaciar mi vida
no es perfecta mas se acerca a lo que yo
simplemente soñé.
Reconciliarse
Es bueno reconciliarse con tu recuerdo, han pasado tres años, y me hace bien. Me hace bien recordar los momentos que compartimos juntos, nuestros errores, cómo pudimos ser tan cínicos. Recuerdo el día que fui a buscarte a tu casa, estaba tu novia, Ariadna, que me miraba recelosa. Yo pensaba que cómo una mujer tan sexy podía estar celosa de una blanca insípida, yo era básicamente una nariz pegada a unas gafas.
Tenía unos chupetones en el cuello, para tu bien, cabe decir que no eran obra tuya, sino de otro, tan guiri como yo. Recuerdo que le dije a Ariadna que me los había hecho mi novio, que era muy celoso. Estabas tan orgulloso de que ella hubiera aumentado de peso desde que vivía contigo...
Pero no te quería... no podía quererte haciéndote tanto daño. Tal vez la traicionaste pero eso no le daba derecho a joderte. No se le puede desear tanto mal a alguien a quien se ha querido.
Sabes, eres el único amante que les he presentado a mis padres, les sorpendió que no supieras comer con cuchillo y tenedor, que te emocionaras tanto porque te invitaron al ballet, que casi te llevara la policía por tener antecedentes...
Contigo tenía la sensación de que me hundía, de que el suelo descendía bajo mis pies, pero acompañada por ti, no sé como decirte, sé que hubiera ido a las puertas del infierno, y sé que Quivicán va a ser algo así. Y lo que más miedo me dá es que no me dejen entrar... el otro día le di un beso al muro de la Modelo... deben pensar que me he vuelto loca.
Lo que más he echado de menos estos años ha sido hablar contigo, compartimos intimidades y ahora cuando te escribo es como si le escribiera a un diario, sin censuras, sin recortes. Eso es bueno, no hay demasiadas personas con las que nos comunicamos sin embudos, es bueno contarte mis sueños, mis deseos, mis pensamientos inconexos en horas de delirio. Es bueno echarte de menos y malo pensar donde estás.
Te echo de menos, te he necesitado estos años, sigues siendo el primero en la lista de personas de las que me he enamorado... volveremos a compartir una tarde en la Habana Vieja...
Andrea Doria
Legiao Urbana
Às vezes parecia que, de tanto acreditar
Em tudo que achávamos tão certo,
Teríamos o mundo inteiro e até um pouco mais:
Faríamos floresta do deserto
E diamantes de pedaços de vidro.
Mas percebo agora
Que o teu sorriso
Vem diferente,
Quase parecendo te ferir.
Não queria te ver assim -
Quero a tua força como era antes.
O que tens é só teu
E de nada vale fugir
E não sentir mais nada.
Às vezes parecia que era só improvisar
E o mundo então seria um livro aberto,
Até chegar o dia em que tentamos ter demais,
Vendendo fácil o que não tinha preço.
Eu sei - é tudo sem sentido.
Quero ter alguém com quem conversar,
Alguém que depois não use o que eu disse
Contra mim.
Nada mais vai me ferir.
É que já me acostumei
Com a estrada errada que eu segui
E com a minha própria lei.
Tenho o que ficou
E tenho sorte até demais,
com sei que tens também...
lunes, diciembre 26, 2005
El día que estuvimos en Regla
Recuerdo que fuimos a Regla en ferry, como cubano y española, nuestros posibles destinos eran muy limitados, así que cogimos el barco y cruzamos la bahía para llegar al pueblecito de Regla.
El día anterior habíamos intentado llegar a la playa sin éxito, nos pedían 30 dólares por llevar a la yuma (léase guiri) en taxi, Me juego el pan de mis hijos decía el taxista. Al final nos tumbamos en la Plaza Vieja, el único lugar auténticamente cubano de toda la Habana Vieja, con niños que jugaban a la pelota y mujeres embarazadas que salían de un consultorio próximo. Hablamos de lo fácil que es abortar en Cuba y de lo difícil que es criar a un hijo, de nuestros deseos por tener descendencia, del futuro. Los policías pasaban y no podían decirnos nada, tocarte era la mejor protección que te podía dar y a ambos nos gustaba mirar con cierto desafío a los hombres de uniforme que nada podían hacer más allá de mirarte con desprecio.
Pero volvamos a Regla, el pueblo con mayor tradición santera de toda Cuba. Te conocí delante de Yemayá en el Malecón y aquella tarde decidimos visitar su santuario. El ferry daba miedo de verdad, me situé junto a la ventana por si ocurría alguna desgracia. Me parecía imposible que alguien fuera capaz de intentar llegar a Miami con aquella carraca, los chicos que lo habían intentado estaban a punto de ser ejecutados... cuanto horror y miseria se esconden detrás de supuestos ideales.
Me mirabas, no recuerdo la hora exacta pero sí que era más o menos mediodía. Hacíamos una comida al día y tampoco necesitábamos relojes para más. Me mirabas y sonreías y me dijiste bajito "a ti te gusta que te peguen, verdad?, a muchas mujeres les gusta, no es nada que deba extrañarte"
El santuario era un lugar realmente curioso. No se puede decir que fuera una iglesia bonita, pero sí que tenía alguna fuerza extraña pujando en las esquinas. Se estaba celebrando un matrimonio santero.
Salimos y nos sentamos en el parque de la fotografía. Comíamos desganados unas galletas que terminamos regalando a un niño (créeme que tu negativa a alimentarte me tranquiliza, sé que para ti la situación actual no debe ser tan dura). A veces pienso que nos estábamos convirtiendo en los dobles de La Flaca.
Te dije que qué querías, que te sacaba de Cuba, que me comprometía a ayudarte en lo que fuera necesario. Y me dijiste que no, que estabas bien, que no necesitabas nada de mí. Y yo empecé a llorar como si hubieran abierto un grifo, no podía parar, y tú me preguntabas que si te veía tan mal para llorar tanto.
Y lo que tal vez me ha dado la perspectiva del tiempo es que no te veía mal, sino que en aquel momento (y en otros muchos que han venido después), me sentía culpable y necesitaba que me dejaras ayudarte para no mortificarme más, tenerte delante, tan fuerte, tan duro, tan brutal a veces y al mismo tiempo tan cercano, tan triste, tan dolorido también por tantas situaciones trágicas, me hacía pensar que qué coño había hecho yo para merecer lo que tengo, para vivir donde y como vivo.
Aquella tarde hicimos el amor en casa, lo recuerdo perfectamente: no me tengas miedo. Exploramos límites y rompimos algunas barreras. Me ha hecho gracia como lo expresas en tu carta: recuerdo pocos momentos de pasión tan íntima como los que compartí contigo.
Pero he crecido algo y mortificarme me sienta cada vez peor, no va nada bien con mi carácter. No sé qué es lo correcto ni cómo debo enfocarlo, pero necesito poder pensar con claridad, y la falta de sueño no me va a ayudar en absoluto. Así que he decidido que es tiempo ya para reaccionar, aunque esta vez me vaya a mover muy lentamente... quiero estar muy descansada.
sábado, diciembre 24, 2005
Feliz Navidad
Maria Solidária
Beto Guedes
Eu choro de cara suja, meu papagaio o vento carregou
E lá se foi prá nunca mais, linha nova que pai comprou
Dança Maria, Maria, lança seu corpo jovem pelo ar
Ela já vem, ela virá, solidária nos ajudar
Não fique triste, menino, a linha é tão fácil de arranjar
Venha aqui, venha escolher, papagaio de toda cor
A casa estava escura, no vento forte a chuva desabou
A luz não vem, eu aqui estou, a rezar na escuridão e só
Venho no vento da noite, na luz do novo dia cantarei
Brilha o sol, brilha luar, brilha a vida de quem dançar
lunes, diciembre 19, 2005
Víctimas y verdugos
Llevo demasiado tiempo sin escribir, es curioso, desde que este blog se hizo más público, hay ciertas cosas que me resultan demasiado difíciles de expresar. He escrito tanto últimamente, tanto, a alguien que le hace tanta falta, y del que me es tan difícil hablar, tan difícil decir lo que significó para mí, aunque lo tenga tan claro. Es curioso, es la intimidad hecha persona, y para comunicarme con él, como mínimo cuatro personas leen antes nuestros mensajes... grotesco, pero es así. Y su respuesta es de repente bálsamo, talismán que me centra cuando pierdo el norte, cuando creo que tengo un problema.
Y es curioso porque de repente creo que he descubierto el sentido de los vínculos, siendo verdugo he aprendido a ser víctima. La línea divisoria no es tan gruesa, es camino de ida y vuelta.
Y sé que de repente, aquello que he esgrimido con orgullo, las piezas que me niego a encajar, realmente no encajan. Y sé que lo que era un juego ahora es realidad, sé que no descansaré en mucho tiempo, que no consigueré dormir porque tal vez ese sea el precio por vivir tranquila, qué incongruencia...
Encontraré mi equilibrio rozando la insalubridad, sabré que quererte es una tortura y aprenderé a vivir con ello. Pero también sé que ese es el precio del sentido de las cosas; aprecio más que nunca a las personas que me quieren, que están conmigo en noches de larga vigilia, que calman lo que encendiste hace años.
Y por encima de todo planea mi chico, más allá del bien y del mal, sabe que esto no va con él y toma la inteligente postura de no mezclarse... del veneno que ahora tragamos sacaremos un día algo bonito, seguro, y aunque no sea así como mínimo seremos dos personas que podremos decir que algún día nos quiso. Me despierto diciendo tu nombre.