jueves, septiembre 23, 2004
Respuesta
Querido,
Primero de todo gracias por convertirme en una de tus víctimas, me ha hecho mucha ilusión recibir una carta que, por otro lado, esperaba.
Me resulta difícil responder a los interrogantes que planteas, especialmente al de si soy feliz.
Recuerdo un libro titulado El cazador de instantes donde el autor sostenía que la mayoría del tiempo las personas somos neutras, ni felices ni infelices, pero que hay momentos de felicidad, instantes que el protagonista iba capturando para robarle tiempo al olvido y al polvo.
Con el tiempo creo haberme convertido en una vampiresa de instantes. No sólo los capturo, si no que además los necesito para sobrevivir, para no pudrirme.
Nos conocemos desde hace... desde siempre. Me acuerdo tan bien como tú de la noche de las mantas. Sabes... fuistes la primera persona con la que me acosté sin estar enamorada. Aquella noche esperaba hacer el amor con mi ex y terminé follando contigo. Tenía miedo, temor a que pensaras que era una zorra por hacerte sexo oral, por mostrarme demasiado complaciente... quién tuviera de nuevo 15 años pudorosos!
Durante años verte era una mezcla de deseo y duda. La seguridad es algo que se gana con los años y que fácilmente se rompe. Recuerdo cuando nos encontramos en el parque de mi ciudad. Saber que tenías novia me produjo un sentimiento contradictorio; por un lado me alegré -sinceramente- pero por otro sentí lo que siento siempre que pierdo un amante en manos de una morena, una cierta melancolía de tiempos que no han de volver.
El tiempo hizo que nos encontráramos de nuevo. Tu madre en la cocina me dijo que estabas en casa, por el camino que ya no tenías novia y, al entrar en tu casa, que seguro te alegrarías de verme.
La alegría, te aseguro fue mutua. Verte allí era garantía de "casa", de certeza de encontrar hospitalidad sentimental y caricias furtivas.
Esa noche me fui con otro. Siempre me iré con el primero que me diga bonita, con unos ojos que expresen un deseo nuevo. A los 24 he asumido mi faceta de putón de verbena y mi consuelo es saber que he convertido una noche de sexo mediocre en algo más, pensar que el chico que he dejado en un campo tal vez la próxima vez que le funcione el ataque del pulpo entenderá que el sexo sin entrega sólo te deja vacío.
Por la mañana fui a verte. Desde la noche de las mantas te ganaste el derecho de pernada y te debía -y me debía- una visita.
Reconozco que me sorprendiste. Emocionalmente, tus penas te hacían estar más sensible que nunca y sexualmente, el bendito plato de pasta y la hora tempranera me hicieron encontrar en ti un amante lleno de sutilezas, en el que intuyo que aun hay mucho por descubrir.
Decirme que me querías mientras me follabas fue la confirmación de algo que ya sabemos desde hace tiempo. Que nos queremos a nuestra manera y que siempre que las circunstacias lo permitan terminaremos devorándonos en algún rincón de este pueblo de piedras que nos ha unido.
Aun así, te lo agradezco. Como mujer, tus palabras fueron para mí la afirmación de que estos años he sembrado buenas semillas. Tus actos... una fuente de inspiración para mis sagrados momentos de onanismo.
Espero verte pronto,
Mantis.
Concesiones
Llegas tarde a trabajar aunque sabes que cinco minutos más o menos no van a cambiar el cabreo de tu jefe, te sientas en el sofá y te fumas un cigarro con toda la calma del mundo.
No llegas a fin de mes, pero por 10 euros te puedes comprar esa camisa de rebajas que te encanta.
Tienes sueño, pero la película de la tele merece esperar hasta el final.
Estás cansada, pero si te despierta de madrugada no vas a negarle tu calor.
A veces pienso que sin concesiones nada valdría la pena.
jueves, septiembre 16, 2004
Daniel Menichelli
Cada vez que busco una foto para ilustrar un post recurro a Google.
Por casualidad, en dos ocasiones (en el post Soledades que está aquí debajo y en el titulado Sumisión ) encontré unas pinturas que, a parte de ser preciosas, transmitían en imágenes lo que yo quería expresar con palabras.
He descubierto que ambas pinturas son de un artista plástico argentino llamado Daniel Menichelli.
Para ser justos, adjunto el link de su catálogo online, merece una visita.
Galería de Daniel Menichelli
PD LA pintura que ilustra el presente post lleva por título Penitencia y también es una delicia, no?
lunes, septiembre 06, 2004
Soledades
El fin de semana pasado me decía un amigo que le da la sensación que a veces debo estar muy sola. Tiene razón y se equivoca a partes iguales; a veces estoy muy sola y a veces muy acompañada. Y procuro no darle demasiada importancia a ninguna de las dos cosas.
Estos años de convivencia me han enseñado que la vida en pareja no es más que soledad acompañada, que la mayoría de experiencias debes pasarlas solas y que a veces, aunque parezca absurdo, sientes la necesidad de hacer kilómetros, cruzar el océano y, una vez lejos, darte cuenta de lo sano que es sentir nostalgia de la persona con la que has decidido compartir tu tiempo y espacio.
Lo que le pido a mi pareja no es compañía, no es fidelidad ni tampoco un para siempre con anillos.
Lo que me da es lealtad, amor y mucha caña (nunca he querido alguien que me trate con paternalismos). Y, por encima de todo, es una persona que sigue creyendo en mí, que me anima y sigue en mis locuras (y viceversa) y que comparte su proyecto vital conmigo.
Con todo ello me doy por satisfecha, aunque tenga que pasar muchas noches sola.
Cuando quiera otra cosa me compraré un perro.
Estos años de convivencia me han enseñado que la vida en pareja no es más que soledad acompañada, que la mayoría de experiencias debes pasarlas solas y que a veces, aunque parezca absurdo, sientes la necesidad de hacer kilómetros, cruzar el océano y, una vez lejos, darte cuenta de lo sano que es sentir nostalgia de la persona con la que has decidido compartir tu tiempo y espacio.
Lo que le pido a mi pareja no es compañía, no es fidelidad ni tampoco un para siempre con anillos.
Lo que me da es lealtad, amor y mucha caña (nunca he querido alguien que me trate con paternalismos). Y, por encima de todo, es una persona que sigue creyendo en mí, que me anima y sigue en mis locuras (y viceversa) y que comparte su proyecto vital conmigo.
Con todo ello me doy por satisfecha, aunque tenga que pasar muchas noches sola.
Cuando quiera otra cosa me compraré un perro.
Silvio
Acabo de ver en directo a Silvio después de casi 10 años.
La primera vez que le vi yo tenía 15 y recuerdo que con la primera canción (La Maza) empecé a llorar. Salí del Pueblo Español vibrando, emocionada, acababa de ver a mi ídolo, a la persona que me había hecho descubrir la poesía, el pensamiento político en forma de canción, la tradición musical cubana a favor de una causa justa...
Hoy, 10 años después, he salido hecha polvo. Han sido dos horas y media de desgaste emocional. Con Playa Girón y Te doy una canción he vuelto a llorar, con Pequeña serenata diurna me han entrado ganas de agredirle, en Te amaré y Réquiem me he puesto tierna...
10 años no pasan en balde.
Cuba es una cárcel de miseria. Fidel un dictador hijoputa de mucho cuidado. El hambre es frecuente en la isla y la desesperación el plato de todos los días.
Vivo en un país libre
cual solamente puede ser libre
en esta tierra, en este instante
y soy feliz porque soy gigante.
Amo a una mujer clara
que amo y me ama
sin pedir nada
—o casi nada,
que no es lo mismo
pero es igual—.
Y si esto fuera poco,
tengo mis cantos
que poco a poco
muelo y rehago
habitando el tiempo,
como le cuadra
a un hombre despierto.
Soy feliz,
soy un hombre feliz,
y quiero que me perdonen
por este día
los muertos de mi felicidad.
A pesar de mis divergencias con Silvio, esta noche me he dado cuenta de que sigue ocupando un lugar imprescindible en la banda sonora de mi vida.
Gracias por existir Silvio.
viernes, septiembre 03, 2004
Morir
Hace poco hizo un año de la muerte de una amiga querida. Tenía 23 años y decidió poner fin a su vida.
Hace unos meses diagnosticaron un cáncer a un primo mío. Tiene 24 años y sigue luchando contra la sombra de un terrible diagnóstico.
Hace dos años, falleció un tío mío. En un mes. Fue rápido y terrible. Yo vivía en la ciudad de los canales y no tuve tiempo de reaccionar. No pude volver y tuve el único ataque de ansiedad que he tenido en mi vida. Él tenía 38 años.
Mis suegros también murieron a destiempo. Nosotros lo vivimos con la impotencia que deja la distancia y el dolor de no haber podido despedirnos.
Tal vez la muerte es injusta, es arbitraria, llega siempre en el peor momento. Aunque a veces pienso que lo maravilloso es vivir, lo hermoso es acumular experiencias, sentirse vivo, intentar entender cada día un poco más el loco mundo que nos rodea.
A los 13 años estuve a punto de morir. Me fue de dos milímetros (palabras del cirujano).
Haz de tu vida una obra de arte, decía Nietzsche. Tal vez sea una frase un poco pretenciosa, pero en el fondo ser y hacer lo que una desea es la única batalla pasiva que podemos brindarle a la muerte.
PD La foto es de un documental sobre las mujeres latinas que mueren por AIDS. Ya sé que el tema no es muy alegre, pero la imagen (no el tema), refleja la escena en la que yo preferiría morir.